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Una cucharada de suelo, reconociendo la red trófica

Actualizado: 15 may 2024



Cuando se toma en cuenta que los primeros atisbos de lo que iba a ser el desarrollo de vida en la Tierra fue a través de la formación (o “llegada”) de pequeños seres microscópicos conocidos como bacterias (al menos desde donde tenemos evidencia), me hace pensar ¿por qué hoy en día no les damos la misma importancia que tuvieron en ese entonces? Fueron y son los encargados de la aparición de todas las formas de vida “más complejas” que hoy por hoy, conviven (algunas mucho más que otras) en este planeta. En la actualidad, el mundo de los productos de salud y limpieza, como también de la agricultura industrial, en su afán de comercializar, se ha encargado de atribuirles una dimensión antagónica, son aquellos que nos enferman, son suciedad y nos traen problemas que deben ser resueltos a través de la erradicación.  

Desde una perspectiva biológica e incluso filosófica, no sería posible la existencia en el planeta sin la presencia de una amplia variedad de estos diminutos seres, donde cada uno tiene una función esencial dentro del ecosistema. Tenemos aquellos que podría ser considerados “malos” (quienes enferman) y también a aquellos “buenos”. Si lo vemos como jardineros y agricultores, cada vez que caemos en este juego infinito de combatir a los malos, también estamos acabando con aquellos buenos. Comprender el rol cumple cada uno de estos seres dentro del suelo es tan importante (y divertido), para reconocer que fomentar el balance de la vida en nuestros suelos es la herramienta más adecuada para poder disminuir este tipo de problemas.


"La vida aprendió pronto a reconocerse a sí misma." Lynn Margulis

Son muchos los actores que están en escena cuando acercamos nuestra atención al suelo, gracias a ellos existe este ciclo perfecto que permite la vida natural en el planeta. Una de las formas que ha tenido la humanidad de poder sistematizar esta gran cantidad de información es mediante las llamadas redes tróficas (la cual organiza la interrelación existente entre seres vivos según su fuente alimenticia y como se dirige la acumulación de energía). Esta red se va armando mediante diferentes niveles tróficos con funciones y mecanismos específicos. Tenemos el primer orden que corresponde a la fuente de alimento primordial de cualquier ecosistema natural, los fotosintetizadores quienes son los únicos capaces de producir materia orgánica a partir de la energía del sol, esta materia orgánica (viva y/o muerta) es la que permite la acumulación de energía en los niveles tróficos más avanzados.


Red trófica del suelo. USDA Natural Resources Conservation Service 2010.

En el segundo nivel trófico aparece la razón del por qué existen las enfermedades y que rol cumplen estos “malos” elementos dentro de un ecosistema natural (y de la vida también). En este piso tenemos nuestros preciados hongos y bacterias, y también, nemátodos (pequeños organismos con el aspecto de un gusano), todos estos seres actúan como descomponedores primarios de materia orgánica, he aquí el por qué han desarrollado mecanismos infecciosos capaces de matar seres vivos, son aquellos que se encargan de retornar la materia orgánica viva al suelo para ser descompuesta, digerida e ingresada nuevamente a esta gran red energética llamada vida. Ahora, no todas las bacterias y hongos han desarrollado un arsenal de guerra para detener la vida, existen otras especies (de hongos y bacterias) que han logrado convivir con plantas y animales por igual, desarrollando una relación de beneficio mutuo y de “bien”, estimulando y promoviendo el crecimiento de los seres vivos para así poder acumular mayores niveles de energía en los individuos. Estos diminutos también poseen herramientas que les permiten competir contra aquellos que buscan enfermar la vida, evitando la proliferación de un microorganismo por sobre otro.


Terminando, tenemos seres cada vez más complejos y de mayor tamaño, aquí entran en juego los primeros bichitos de la red, los micro-artrópodos, quienes son capaces de alimentarse de todos los individuos del nivel trófico anterior. Nemátodos que se alimentan de hongos y bacterias. Por último, Protozoos, organismos unicelulares (como las bacterias) más complejos en su composición.


Concientizarnos acerca de las infinitas relaciones que se dan en el suelo nos permite un profundo respeto con este recurso y todo lo que conlleva mantener una buena salud de este mismo, tal vez en una entrada siguiente podremos entregar herramientas prácticas y efectivas para promover la biodiversidad de nuestras vidas.


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